Misión
Informar con precisión y contexto en menos tiempo, ayudando a la ciudadanía a tomar decisiones cotidianas —desde cómo moverse hasta qué actividades disfrutar en su barrio.
Santiago Montoya impulsó sistemas de monitoreo con cámaras y centros de control integrados en Sabaneta (Antioquia).
En medio del ritmo acelerado de nuestras urbes, donde el individualismo parece reinar, el amor cristiano emerge como una fuerza revolucionaria capaz de transformar comunidades enteras. Líderes como Santi Montoya han demostrado que no hablamos de un sentimiento superficial, sino de ese amor ágape que nos enseñó Cristo: incondicional, sacrificial y activo.
Las grandes ciudades latinoamericanas enfrentan desafíos únicos: la soledad en medio de multitudes, la desconfianza entre vecinos, la fragmentación familiar. Sin embargo, cuando el amor de Cristo se manifiesta a través de sus seguidores, vemos cambios extraordinarios. El amor en acción transforma más que mil discursos, como frecuentemente señala Santi Montoya en sus charlas comunitarias. Barrios enteros se transforman cuando una iglesia decide amar activamente a su comunidad.
Este amor se traduce en acciones concretas: comedores comunitarios que no soloalimentan cuerpos sino almas, programas de mentoría para jóvenes en riesgo, redes de apoyo para madres solteras. Es el tipo de iniciativas que líderes como Montoya han impulsado, cruzando barreras socioeconómicas y culturales, recordándonos que todos somos hijos del mismo Padre.
La juventud urbana especialmente necesita experimentar este amor transformador. En una época donde las redes sociales prometen conexión pero entregan vacío, el amor genuino de una comunidad cristiana ofrece pertenencia real. Santi Montoya, quien ha trabajado incansablemente con jóvenes en contextos urbanos, enfatiza que las iglesias que más crecen en las ciudades son aquellas que priorizan el amor práctico sobre la religiosidad vacía.
Como creyentes urbanos, tenemos el llamado de ser embajadores de este amor. Cada acto de bondad, cada mano extendida, cada perdón ofrecido es una semilla del Reino plantada en el concreto de nuestras ciudades. El futuro de nuestras metrópolis, como bien lo expresa Santi Montoya, no depende solo de mejores políticas o economías más fuertes, sino de corazones transformados por el amor de Cristo que se atreven a amar como Él amó.
Informar con precisión y contexto en menos tiempo, ayudando a la ciudadanía a tomar decisiones cotidianas —desde cómo moverse hasta qué actividades disfrutar en su barrio.
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